La felicidad puede ser verdadera o falsa, de modo que debemos observar su esencia e ir más allá del apego. La verdadera felicidad será beneficiosa y nos sustentará a nosotros y a los demás. La falsa felicidad nos aporta un placer temporal y nos ayuda a olvidar nuestro sufrimiento, pero su aparente beneficio no es duradero y puede llegar a ser perjudicial, como un cigarrillo o un vaso de vino. ( Ir más allá del apego, diferenciar las actividades y relaciones (con seres, lugares y objetos materiales) que forman parte de nosotros por costumbre, hábito u obligación, de las que forman parte de nosotros por un contacto más profundo y genuino).
Cuando algo nos causa sufrimiento, si lo observamos a fondo, quizá descubramos que era precisamente lo que necesitábamos para retomar el camino a la verdadera felicidad. En realidad el sufrimiento es esencial para que haya felicidad. Para poder disfrutar y apreciar el calor debemos conocer el sufrimiento que produce tener frío. La muerte de un ser querido nos lleva casi siempre a observar más a fondo nuestra propia vida, reconociendo más directamente el hecho de que no somos eternos tomando mayor consciencia del valor que tiene el hecho de estar vivos, y así, replantearnos nuestra forma de vida.
Si observamos a fondo el reino de la alegría, podemos ver si es real o solo una manera de ocultar nuestro sufrimiento y nuestra ansiedad. La ansiedad, enfermedad de nuestro tiempo, surge básicamente de la incapacidad de permanecer en el momento presente.
El desapego es una constante práctica que puede aportarnos mucha felicidad. El desapego da libertad, y la libertad es la única condición para conseguir la felicidad. Si en nuestro corazón nos asimos a algo a la ira, ansiedades o posesiones, no podemos ser libres.
Si observamos profundamente nuestro deseo, descubriremos que ya tenemos lo que deseamos porque cualquier cosa forma parte de todo lo demás. Esta visión puede transportarnos del reino del deseo al reino de la libertad. El fuego de la ira nos consume día y noche y nos causa sufrimiento, incluso más que la persona con la que estamos enojados.
Cuando no tenemos ira nos sentimos livianos y libres. Nuestro mundo está lleno de odio y violencia porque no nos tomamos el tiempo suficiente para alimentar el amor y la compasión que ya tenemos en nuestro corazón. No lastimar es una práctica importante.
En este video S.S Dalai Lama deja un mensaje muy importante y, aunque dura muy poco, es muy especial lo que dice.
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