“Un monje tenía siempre una taza de té al lado de su cama. Por la noche antes de acostarse, la ponía boca abajo y, por la mañana, le daba la vuelta. Cuando un novicio le preguntó perplejo acerca de esa costumbre, el monje explicó que cada noche vaciaba simbólicamente la taza de la vida, como signo de aceptación de su propia mortalidad.
El ritual le recordaba que aquel día había hecho cuanto debía y que, por tanto, estaba preparado en el caso de que le sorprendiera la muerte. Y cada mañana ponía la taza boca arriba para aceptar el obsequio de un nuevo día. El monje vivía la vida día a día, reconociendo cada amanecer que constituía un regalo maravilloso, pero también estaba preparado para abandonar este mundo al final de cada jornada.”
Desde que inicie con el budismo, a medida que he ido leyendo los textos y he ido comprendiendo la verdad sobre nuestra existencia. Una de las verdades es que todo tiene un principio y fin, nacer y morir. Según el budismo cuando uno muere se termina una etapa, lo que verdaderamente muere es el cuerpo, el ser viaja hasta obtener una nueva vida, un nuevo cuerpo y este proceso pasará hasta que nos liberarnos del ego, del samsara, del sufrimiento, del dolor y todo lo que nos impide a ser lo que realmente somos.
Me agrada sentir el sentido la muerte como una nueva oportunidad y sentirla con un sentimiento diferente a lo que conocemos y creemos. Me hace vivir más intensamente, vivir el presente, amar más a los que amo, a intentar de dar todo lo mejor de mi y cambiar todo lo que es necesario cambiar.
Prepararse a la muerte no es sólo prepararse a una partida, sino a lo que viene más allá de ello y aprovechar cada momento del hoy que se vive. Si hubiera una vida después de la muerte, me gustaría ir preparada a ese camino con todo el amor y méritos posible y si sólo existiera una vida, ésta vida entonces porqué no aprovecharla. Estoy segura que la vida es una oportunidad y que lindo es poder tenerla.
Me siento preparada a la partida y me estoy preparando a la idea que un día tendré que dejar a los que amo. Es mejor vivir preparados a que ese momento , a que nos tome por sorpresa.
Cada día agradezco lo bueno y lo malo, todo lo malo que me hizo crecer y lo bueno que me devolvió la fe y me regalo una ilusión.
Entiendo que nada es eterno, todo tiene un nacimiento, un fin y tal vez un después. Cada día lo descubro en muchos detalles. Siento como nace y se muere en cada segundo una parte de nosotros.
Vale la pena de abrirse a esta transitoriedad, es increíble, pero comprender el significado de la muerte nos abre hacia la vida y nos prepara hacia una nueva vida, de ser así.
2 que dicen...:
Absolutamente de acuerdo: ser conscientes de la muerte nos hace apreciar más la vida. Yo la aprecio y soy consciente del regalo que supone cada mañana poder dar la vuelta a mis cuencos y llenarlos de agua y comida, aunque he de confesar, que me falta tanto para aceptar la pérdida de los demás...me queda tanto por trabajar...el apego, el deseo, el exceso de ganas de seguir aquí, la consciencia de que me queda tanto por hacer, por limpiar, por purificar, por mejorar, por preparar mi próximo renacimiento....
Es un largo camino, pero incluso así empezó Siddharta, verdad? Y ojo! No nos estoy comparando con él ni mucho menos. Lo que quiero decir es que los comienzos siempre son duros, a menudo tanto que nos impide ver algún atisbo de luz al final del camino.
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